domingo, 14 de enero de 2018

1A. 28-Junio-2017. Actum Socialis.



ACTUM SOCIALIS

La creación del sindicato para las personas en peligro o exclusión social

Se ha de representar al colectivo más débil en poder de actuación y maniobra para prevenir futuras situaciones previniendo la exclusión social y no curarla. Se necesita disponer de miembros bien preparados para defender los derechos de este colectivo durante las mesas de negociación. Han de participar con voz y voto en la gestión y distribución de los presupuestos, tanto a nivel estatal, autonómico como local, las personas que están en peligro o situación de exclusión social. Se ha de regular las formas de contratación y ejercicio laboral regulando todos los aspectos en relación con la atención a usuarios. El sector del trabajo social goza de una libertad casi absoluta y es desprovisto de inspecciones y regulaciones ejercidas en otros sectores como la sanidad o la seguridad nacional. Se ha de implementar exámenes y filtros en los procesos de selección para la contratación de personal como si se tratase de policías nacionales o inspectores de hacienda publica. Es frecuente que una buena parte del personal contratado en este sector tenga falta de habilidades sociales, de profesionalidad e incluso estabilidad mental, siendo muchas veces variables a tener en contra para el ser humano atendido. El sector es aparentemente joven en todas sus dimensiones y la falta de regulación y maduración del mismo requiere de manera urgente una legislación amplia y completa. Es frustrante y decepcionante la situación que le espera a alguien recién llegado a esta situación. El escenario alcanza dimensiones parecidas a las realidades medievales e infantiles relacionadas con el infierno, el inframundo o el tártaro, donde acababan los culpables y pecadores para que los encargados les pudieran castigar y hacer sufrir; como una comparación, serían actualmente los trabajadores del sector los encargados de hacer sufrir o castigar a todo aquel o aquella que llega a sus puertas. Es muy común la actitud de culpabilidad e indiferencia por parte de muchos trabajadores y no trabajadores con respecto a los miembros de este colectivo, considerándoles seres inferiores y faltos de capacidad en decidir o hablar. Se les reducen, mediante la presión social y la opinión pública, a ciudadanos inferiores de igual manera que eran reducidos a esclavos los seres humanos en épocas anteriores y, lo hacen, siempre y de forma automática, por el factor cultural, sin tener en cuenta la verdadera realidad de sus condiciones y la de los demás. Muchos miembros del colectivo en exclusión son tratados por parte de los trabajadores del sector como unos mendigos, como si los recursos y servicios que administran ellos mismos fueran de sus propios bolsillos o de su propiedad. Tienen una visión natural de que regalan cosas por benevolencia y exigen unos tratos casi señoriales en forma de respecto y sumisión casi enfermiza. No todos son así, bien saben muchos que hay trabajadores dignos de honor y sus conductas impecables son modelo a seguir, pero, por desgracia, tienen muchos compañeros que, por sus carencias emocionales y psicológicas, no deberían estar allí atendiendo personas de especial y delicada situación social. En muchos de ellos, se percibe una sensación de que están cuidando y administrando los recursos de su propio bando, es decir, no ven a los necesitados como unos iguales, pues a veces muestran conductas que ofenden al que tienen en frente. Tienen aires de populismo con sermones cargados de autoafirmación honrada sobre el trabajo y el pago de impuestos como si los que están necesitados no hubiesen pagado impuestos o trabajado alguna vez. Es vergonzoso que tengas que llegar alguna vez estar atendido por personas de tan baja condición moral porque en este sector es donde más preparado debería estar el personal. Para alguien que llega por primera vez a necesitar sus ayudas, es brutal la sensación que recibe porque es como si perteneciera a un grupo de leprosos o de imbéciles. Dan un trato infantil e insultante muchas veces estos trabajadores que no paran de llamarse a si mismo "profesionales" y verse como superiores y buenas personas por el hecho de que no están en la situación que atienden. Siempre juzgan a los demás tratándolos como si hubiesen hecho algo mal y merecieran penitencia sin darse cuenta siquiera de lo ignorantes que son pensando así.  La recepción es muchas veces indigna y con cierto tinte moral de castigo o educación que para nada ayudan a las personas necesitadas y de ayí que exista la necesidad de legislar y normalizar todo lo que tiene que ver con el fenómeno de la exclusión.. La ambigüedad en las tareas y la difuminada autoridad entre los trabajadores de este sector hace que la gestión se torne algo caótica en muchos lugares y esto debe acabar por el bien común, pues no es bueno para nadie que existan tratos y sistemas vejatorios. En estos momentos todas las clases sociales pagan impuestos y gran parte ese dinero llega a muchas ONG,s del sector que tratan la exclusión pero nadie conoce la manera que tienen de administrarlo ya que nadie los controlan ni les piden rendir cuentas. Muchos de estas personas que ahora están bien y pagan impuestos, en el futuro llegarán a esta situación y se van a topar con una sorpresa que nada les van a gustar; uno de cada cuatro adultos esta en riesgo de llegar a esta situación y, mientras están en buenas situaciones, debería levantar la voz para que se haga justicia en este último eslabón de la sociedad, porque un día de estos, pueden correr el peligro de verse, cada uno de ellos, uno más del colectivo y, les gustarían que fuesen bien tratados para que puedan volver algún día a levantarse en condiciones. Tal y como está el panorama actual, es imposible que esto ocurra ya que no hay ejemplos reales y apenas hay alguno irreal que valga la pena mencionar sobre personas que se hayan reintegrado perfectamente en la sociedad, pues, casi todos de los que se sienten reintegrados, en verdad, poseen graves secuelas de la pasada experiencia y les impiden sentirse felices de verdad. Este hechos se debe en parte al mal funcionamiento de las instituciones dedicadas al sector y a la cultura general de los ciudadanos con respecto a lo que son, el porqué viven así y qué es lo que no deberían hacer.. Alguien debe empezar a defender a las personas en esta situación y prevenir, poniendo fin así, a un drama que lleva perpetuándose de generación en generación desde la edad media. Tomemos conciencia del drama que padecen muchas personas entre nosotros porque lo contrario sería un comportamiento antisocial y primitivo. Únanse al movimiento para que podamos hacer posible una estructura social que cubra unos riesgos derivados de la actividad social moderna.

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